Alguna vez imaginaste como morirías?

Poco a poco todo se oscurece. El brillo azulado se desvanece cada metro que desciendes y una infinita oscuridad se apodera del espacio. A pesar de no tener mucho tiempo, nunca se detuvo a observar lo hermoso que era hasta que no lograba ver nada más distinto a eso. Una ligera sonrisa apareció en su rostro, levemente distorsionada por la situación, más era visible que a pesar de lo que estaba ocurriendo, finalmente se daba cuenta de cuantas cosas bellas como estas se había perdido. Era, no, es majestuoso. El oceano es terriblemente hermoso, y aunque lentamente su cuerpo cesaba de reaccionar, su mente seguía divagando sobre los sucesos que la llevaron a esto: hundiendose en la infinidad del oceano Atlántico.

Sing nunca esperaba aquel regalo. Un crucero por el Atlántico era algo que nunca estuvo en sus planes. Al contrario, este los arruinaba. De un golpe de suerte, aquel chico que aceleraba su corazón le había invitado al cine la semana siguiente, era increíble, solo lograba sonreír a cualquiera que le hablase, no podía pedirle nada más a la vida. Dos días después había recibido la noticia de un regalo por parte de un familiar lejano, un crucero, todo pago hasta el fin de las vacaciones de verano. El lujoso crucero de nombre "Blue Requiem", aquel barco fantástico que no era nada realistico tenía reservada una habitacion por cerca de mes y medio. Con más de 5 casino a bordo, bares con todas las bebidas del planeta, piscinas bajo techo, tres cuartos de spa, paradas en islas exoticas, televisión por satélite, internet ilimitado, un cupo equivalente de 500.000 dolares para gastos personales entre otras atracciones, era el crucero ideal. La idea era demasiado atractiva para cualquiera, aunque por el momento, Sing se encontraba en un conflicto interno, ¿Que haría? No podía darse el lujo de rechazar dicho crucero, pero decirle a aquel chico que no lograría ir a la cita era realmente doloroso. ¿Y que tal si ella lo lastimaba cancelando aquella cita? ¿Que tal si alguien más entraba en su vida?

- ¡Sing, deberías comenzar a empacar!

La voz de su padre estalló desde la sala y llegó fácilmente a su habitación. Y después de un breve mensaje de texto, la cita estaba pospuesta para primer Domingo en que ella volviera.

-Definitivamente... Solo estaba exagerando acerca de él... - se dijo a si misma mientras miraba desde una comoda posición en la cama a su armario abierto tratando de seleccionar que ropa llevaría. Al final, optó por una sencilla blusa amarilla con un par de jeans azules. Eso sería lo que usaría el primer día, al fin y al cabo, tenia una enorme cantidad de dinero de cortesía de aquel extraño familiar, quien quiera que fuera, debía de recordar enviarle un saludo en navidad. Un pequeño y fugaz pensamiento la hizo sonrojar.

-Me pregunto si habrán otras personas de mi edad... De acuerdo a el folleto que venía con la invitación, no se aceptaban niños menores de 12 años en el barco. Tal vez fuera por los casinos y bebidas alcohólicas o simplemente el hecho de que el capitán no soportara los niños, el caso era que este no era un crucero familiar, perfecto, ella tampoco era fanática de los niños, en especial aquellas criaturas que lloraban el día entero. La tarde transcurrió extremadamente rápida, para el momento en que habia seleccionado completamente su atuendo para el día siguiente, la luna estaba en el cielo mirando con lujuria como Sing se liberaba de su ropa y tomaba un baño. Tiempo después, ya con su pijama de un amarillo crema, Sing tomaba su cena alrededor de su familia que hablaba sin parar acerca de el crucero. Más ahora que lo pensaba un poco, ¿quien era tan loco para regalarle semejante cosa? Se sintió incomoda por un momento, más decidió no darle vueltas al asunto y aceptar el regalo del tío. Espera... ¿Cual era su nombre?

- Y usa protector solar cuando uses traje de baño, recuerda cepillar tu cabello cada noche

- Mamá... No tengo 10 años... Cuidense, nos vemos pronto.

Cerrando de un portazo, Sing salió corriendo del taxi dejando a su madre con ojos llorosos mientras la veía partir hacia el puerto. No fue dificil encontrar el barco, ¡era gigantesco! Además era el único que partiría ese día y para sorpresa de Sing, la fila de pasajeros era en su mayoría de adolescentes. Juzgando por las apariencias el ranfo de edades iba desde los 15 hasta los años 30, era extraño. Más Sing dedujo que las personas d2 mayor edad no viajarían por ser incapaces de llevar a sus hijos y aquellos cuyos hijos eran mayores, no tendrían suficiente energía para soportar todo el tiempo en alta mar rodeado de adolescentes bullosos y lujuriosos... Y hablando de lujuria... Sing se sintió literalmente mal, al observar cuan bellas eran la mayoría de las chicas, y tampoco podía quejarse de los chicos. Sumergida en sus pensamientos, se dirigió al final de la fila esperando su abordaje, parecía ser la última persona, pero así le parecía mejor, estaba nerviosa y si alguien le hablara en ese momento probablemente metería la pata.

Tres personas y sería su turno, y ahi fue cuando lo vió, en una de las ventanillas del barco, un joven de pelo tan negro como petroleo la observaba fijamente, al notar que había sido descubierto, no hizo el menor gesto de preocupación, tenía unos ojo negros que por alguna razón parecían brillar mas de lo usual, tenía una tez morena y una expresión de cansancio. Sing lo observo mientras la siguiente persona abordaba, su corazón se aceleracó, le incomodaba ser mirada de ese modo... Pero tambíen se sentía curiosa de aquel joven. Finalmente, bajo su mirada, y los movimientos de uno de su hombro derecho hizo intuír a Sing que estaba escribiendo algo. La persona enfrente de Sing comenzó su proceso de abordaje, Ella retiró un mechón de su liso cabello para volver a mirar a la ventanilla, no sabía porqué, pero su cabeza estaba aumentando de temperatura, había un papel en la ventanilla.

"No subas."

La caligrafía era increíblemente perfecta, la letra cursiva no podía tener tanta perfección, esa simple frase estaba escrita de una manera imposible. Debido a esto, Sing entregó su billete de abordaje a una joven vestida de marinera. Ella sonrió amablemente y le indico seguir al barco. La chispa de curiosidad provocada por el extraño joven se borró rápidamente de su mente mientras se dejaba maravillar por el imponente crucero. Los pasajeros que habían entrado primero ya se habían instalado, se veían muchas personas caminando de un lado a otro, grupos de chicas en bikini exhibiendo su cuerpo, grupos de chicos vistiendo solo sus pantalones cortos exhibiéndose del mismo modo que las chicas, algunas parejas caminaban de la mano y hablaban emocionados mientras discutían el lugar que visitarían, algunos jovenes y chicas vestían de mayordomos y sirvientas respectivamente, sin duda alguna, estos eran los más apuestos sirvie tes que alguna vez hubiera visto, aunque en realidad, Sing no había visto otros, pero los pasajeros eran escoria comparados con ellos. Mirando todos los alrededores Sing se distrajo por minutos, y fue solo cuando observó un uniforme de mayordomo frente a ella que salió de su pequeño mundo.

El susto fue pequeño, pero Sing no salía del asombro, sus ojos negros muy abiertos debido a la sorpresa miraban de nuevo a aquel joven que la miraba desde la ventana. Y a pesar de que tuviera una expresión de dolor e irritación, Sing se asustó, su corazón latía deprisa mientras el tomaba suavemente su bolso de mano y le indicaba con su mano que lo siguiera. Obedientemente, Sing acepto y camino tras aquel extraño hombre. Él parecía deslizarse entre la multitud, no tocaba ni era tocado por nadie, por el contrario, Sing se chocaba a menudo o su camino era bloqueado por personas que caminaban en sentido contrario, estaba segura que él creía que era una completa tonta, más le alegraba ver como la esperaba cada vez que quedaba atras, si hubiera una sonrisa en su rostro, de seguro que...

Unos minutos más tarde, el mayordomo abrió una puerta de madera ubicada al lado derecho de un pasillo ubicado en el centro del crucero y le indicó a Sing entrar, curiosa como un gato, la joven se disponía a entrar pero observó el rostro del mayordomo. Miraba fijamente al cuarto con una expresión de ira. El corazón de Sing se aceleró, a lo largo del camino, no mostró una sola emoción, que lo había enojado...? Lentamente se acercó a la puerta, al notar su movimiento, el mayordomo la miró con una expresión que la hizo retroceder. El mayordomo miró alrededor y le hizo una seña a una chica vestida de sirvienta.

¿Acaso es mudo?

Al acercarse la sirvienta, el mayordomo se inclinó hacia ella y Sing observó sus labios moverse. -en definitiva, no es mudo- se dijo internamente. La sirvienta asintió dos veces y entró al cuarto cerrando la puerta. El par de minutos en que Sing y el mayordomo quedaron solos en el pasillo fueron tensos. Sing estaba realmente sonrojada y no sabía si decir algo, sus ojos iban a hacer un hueco en el suelo de madera si seguía mirandolo de ese modo. Repentinamente, sintió algo frío tocando su mejilla. Se asusto y dió un pequeño paso atras y miró que era esa sensación. El mayordomo se había acercado y era su mano la que acariciaba muy levemente su mejilla. Observó como su mano izquierda sostenía el gua te blanco de la mano derecha. Pero sus ojos wuedaron hipnotizados por los suyos, era consciente de tener ojos muy negros, pero los ojos de aquel joven parecían un agujero negro. El dorso de su mano se movió lentamente hacia arriba terminando en su frente. Sing no entendía, pero se sentía extremadame te tímida, el mayordomo retiró su mano y entró en la habitación cerrando la puerta, casi al instante volvió con un vaso de agua y una pequeña píldora en su otra mano. Ahora, Sing entendió, creía que estaba enferma. Era natural, actuaba de manera extraña y debido al repentino movimiento del mayordomo, se sonrojo y su cara aumento de temperatura.

-Estoy bien

El joven hizo caso omiso a Sing y tomó su mano izquierda entregandole la píldora y una vez se aseguró wue la tenía, uso ambas manos para colocar el vaso de agua en la derecha. Esto solo hizo que su cara pasara de rosada a un rojo tomate, la puerta se abrió y la sirvienta salió sonriente, llevaba unas sabanas en su mano mientras decía que alguien se habría equivocado de habitación y había regado salsa de tomate en las sabanas. Sin embargo, la salsa de tomate era más oscura...

La habitación era increíble, una cama gigantesca, un espejo en el cual podría observarse desde los pies hasta la cabeza, baño personal, una repisa con cajones para colocar su ropa, encima de esta, un televisor de unas 50 pulgadas Un computador de escritorio al lado de una pequeña ventanilla desde la cual lograba ver el mar. El mayordomo entregó su bolso a Sing e hizo una reverencia, esta se sonrojo pero en vez de un "gracias" dijo:

-¿Eres mudo?

Que descortesía. Sin embargo, él solo sonrió y Sing se sintió en el paraíso. Lentamente se acercó sonriendo, retiró ambos guantes de sus manos y las colocó en las mejillas de ella. Sing estaba enloquecida. Hacía unas horas estaba triste por cancelar una cita, más ahora no pensaba en nada más aparte a aquel extraño mayordomo. Miró sus ojos y vió un par de lágrimas. Sus labios se presionarom en la frente de la chica la cual hizo un gesto de dolor, pues esperaba otra cosa. El contacto con sus manos se perdió y el mayordomo sacó un papel de su bolsillo y un bolígrafo. Hizo unos trazos en el papel y se lo mostró a ella.

"Ellos se darían cuenta"

El mayordomo volteó el papel y comenzo a escribir de nuevo. Su caligrafía era demasiado perfecta.

"Debes irte de aquí... Estamos cerca del puerto, probablemente lo conseguirás."

-De que hablas. Quiero disfrutar mis vacaciones... Además eres... Interesante.

"No lo entiendes. Huye, vete, escapa de este lugar, morirás si te quedas en este lugar. Busca un bote y vete"

Sing parpadeó varias veces. ¿Morir? ¿De que estaba hablando este loco? Tal vez por eso le tenían prohibido hablar. La puerta sono tres veces y la voz de una mujer avisó su entrada. La cara del mayordomo volvio a tomar una expresión de hielo, una mujer verdaderamente hermosa entró en la habitación. Era alta, de cabellos lisos con ondulaciones al final, rubia y su tez era tan pálida como la nieve. Sing no era bronceada y siempre se había considerado muy blanca para ser normal, pero la blancura de aquella mujer parecía emitir un brillo hermoso. Se sintió completamente fuera de lugar. La mujer sonrió mostrando una perfecta dentadura y parpadeó un par de veces. Sus ojos eran grises claros, parecían artificiales.

-Oh, que suerte. James rara vez ayuda a un pasajero con sus pertenencias. Espero no te halla incomodado, tiende a hablar de mas. Aunque puedo notar porqué te ha ayudado.

La mujer soltó una pequeña sonrisa traviesa, Sing que estaba absorta por las facciones de esta mujer notó el largo vestido escotado de color rojo sangre. La mujer se movió con delicadeza hacia ella y la miró sonriente. Su perfecta mano con uñas rojas como el vestido acariciaron un mecho de cabello de Sing, la mujer dió una vuelta alrededor de Sing mientras murmuraba constantemente la frase "realmente, muy bonita". Era muy incómodo, finalmente se alejó, le sonrió a Sing y luego miró a James. Su mirada hacia él hizo acobardar a Sing, la mujer cerró la puerta y salió.

-Vete antes del atardecer.

James se volteó y miro a Sing sin expresión alguna.

-Debo saber tu nombre antes de salir del cuarto.

- Me llamo Sing.

Su voz era increíblemente madura, sin un tono de nerviosismo o duda. De algún modo, Sing entendió que él hablaba en serio, no era solo un bocón como la mujer había dicho. El sonrió mirandola por unos momentos antes de voltearse.

-Su vestido. El color no es artificial.

Después de esa frase, James salió y Sing no lo vió de nuevo.

 Tres cerezas. Las monedas comenzaron a caer enloquecidas. Con esto ya había recuperado los cerca de dos mil dolares que había gastado en ropa. Dos horas había estado en el casino jugando en las máquinas. Tomó un sorbo de una bebida de un color rojo intenso. "Requiem" era la especialidad del crucero, era espeso y tenía pequeños pedazos de una fruta cin un sabor peculiar, fría y refrescante. Necesitaba mantenerse ocupada para no pensar en James. Después de que salió del cuarto no lo habia vuelto a ver. Los otros mayordomos y sirvientas negaban haberlo visto. Era extraño, había desaparecido.

-¿Una racha de suerte?

La dulce voz proveniente detrás la hizo estremecer. Ya estaba un poco acostumbrada a los chicos que la saludaban, más esta vez, estaba segura de que no era un chico y al darse la vuelta, se dió cuenta que horriblemente tenía razón. Aquella mujer rubia estaba parada mirandola y sonriendo.

-S-Si...

La mujer sonrió y la miró fijamente

-Querida, debes salir a despejar un poco la mente. No podemos tenerte aquí por más de dos horas, regla para mantenerte saludable. Hay mucho chicos lindos alrededor, ¿por qué no te diviertes con ellos?

-No gracias, no me interesan...mucho

-Vamos, después de todo, nada sale de aquí. Nadie afuera lo sabrá.

La forma en que hizo énfasis en la palabra "nada" le heló la sangre a Sing. La mujer rubia sonreía con extremada dulzura, demasiada para su gusto, era aterradora, pero decidió utilizar esta oportunidad.

-En ese caso... me preguntaba... ¿has visto a James?

La mujer soltó una risita tonta.

-Ya veo, ya veo. Lastimosamente él esta muy ocupado... Es tanto... Eso es de él.

Señaló el Requiem al lado de Sing. Por alguna razón, un escalofrío recorrió el cuerpo de Sing.

-¿Te refieres a que el lo hizo?

La respuesta de la mujer rubia fue soltar otra risita tonta, dió media vuelta y se marchó. Sing tragó pesadamente y sintió su boca reseca. Miró la bebida roja y sintió nauseas. Miró a aquella mujer rubia y notó algo extraño. Había algo blanco en su bolsillo, Sing palideció al reconocer la palabra "vete" escrita con unas letras demasiado perfectas, vió como el rojo del vestido se extendía sobre aquel blanco papel. Al levantar la mirada, se encontró con un par de ojos grises que la miraban sonriendo mientras la cabeza se movia lentamente de un lado al otro. Su visión se tornó borrosa, las imagenes se movían de un lado a otro. ¿Que significaba la nota de James en su bolsillo? ¿Porqué el color rojo de su vestido se extendió sobre el papel? Entonces lo recordó.

"El color no es artificial."

Sing se levantó de un salto y salió corriendo del casino. Al pasar cerca de aquella mujer, escuchó como reía suavemente. De un pasillo a otro, pasando una piscina, un comedor, otro casino. Estaba totalmente perdida, las personas que pasaban hacían caso omiso de ella. Algunos la miraban y reían, otros se mostraban temerosos. Debía irse, debía encontrar un bote y remar lejos de aquel lugar. Corrió cerca de diez minutos sin encontrar un mínimo indicio de los botes salvavidas, el crucero era demasiado grande. Debía encontrarlo a él, no confiaba en los otros mayordomos, si James sabía, ellos también deberían estar enterados. Pero... ¿Donde? Sus ojos se enfocaron en un pasajero, llevaba un vaso de un color rojo intenso. Sing corrió de nuevo en dirección al comedor, entró como una estampida y se dirigió rápidamente hacia la cocina. Estaba vacía y a oscuras, Sing se encontraba apunto de volver e intentar algo más cuando vio una pequeña luz que se filtraba por una pared. Sigilosamente se dirigió hacia el tenue rayo de luz, uso una de sus manos para evitar que su pelo marrón cubriera sus ojos y dió un vistazo. Su estómago dio vueltas. Ahí estaba él... Al menos... lo que quedaba. Un par de ojos tan oscuros como agujeros negros yacían inertes sobre la amplia mesa de marmol. Todo era rojo, el cocinero silbaba una alegre melodia mientras usaba una jarra para llenar otro vaso con aquel liquido rojo. Sing lo entendió todo. Dió un paso atras y chocó con algo. Una sonrisa dulce pero tonta hizo eco en sus oídos.

"Que desperdicio... eso del amor acaba siempre con mis preferidos. Sin embargo, por eso mismo es que los Requiem saben tan bien."

Sing no tuvo tiempo de reaccionar, sintió una pequeña punzada en su cuello y de inmediato perdió el control de su cuerpo. Logró ver de nuevo a la mujer rubia... le sonreía alegremente mientras lamía la punta de una jeringa que estaba cubierta de sangre. Su cuerpo no reaccionaba a sus ordenes, se movía por su cuenta. Corrió fuera de la cocina, pasó los casinos y las piscinas, llegó a uno de los extremos del barco y salto al oceano. Su cuerpo luchaba por no flotar, nadaba cada vez más y más hondo. Había sido estúpida, ya era de noche, ignoró la advertencia de él... debió escapar antes. Lentamente su cuerpo dejó de luchar contra su voluntad, estaba demasiado profundo, las luces del crucero no lograban delatar el azul del oceano a esa profundidad. Cada milisegundo, sus pulmones se llenaban de agua y cada vez más se hundía en ese monstruo de oscuridad total.

Una risa dulce resonó en el oceano y una última burbuja escapo de entre un par de hermosos labios. Parecía una muñeca de porcelana. Inmóvil, pálida como la luna, de largos cabellos oscuros que se agitaban de forma aleatoria, ojos devastadoramente negros cuyo único brillo se había apagado segundos antes.

Good night, have sweet dreams my crystal doll.

-Xen.